Engalanó la final de “Eurovisión”

 Madonna conquista a Europa

 

JERUSALEN, 19 de mayo.- La cantante venció las críticas para engalanar la final del evento que ganó Duncan Laurence.
Cantando que quererte “es un juego perdido”, Holanda ganó el festival Eurovisión 2019 gracias a “Arcade”, el soul espiritual de Duncan Laurence, en una edición de infarto que volvió a confinar a España a los últimos puestos y que, de partida, ya contaba

con otra reina.
Porque la sexagésimo cuarta edición del festival pasará a la memoria por ser aquella en la que actuó Madonna, ocasión histórica en la que este evento acusado de discurrir casi siempre en paralelo a la industria musical tentó a su principal monarca y en la que esta se dejó querer (y pagar) ante una audiencia de 200 millones de personas.
La suya fue probablemente la actuación más esperada de la noche, pero la ambición rubia conquistó un foro entregado. La cantante estrenó en vivo el dancehall jamaicano “Future” y recuperó 30 años después “Like A Prayer”, el incendiario clásico en el que besaba a un Jesucristo negro, pero sin reeditar ese momento emblemático y con un poco de desafinación.
Producción espectacular
“El poder de la música es unir a la gente”, reivindicaba poco antes, palabras que algunos han leído como defensa frente a las críticas por participar precisamente en una edición con sede en Israel pese a su política ante los territorios ocupados, asunto del que sólo se han hecho eco los islandeses con una bandera palestina en un momento de las votaciones.
La gala, una de las más largas de los últimos años y también de las más espectaculares en producción, arrancaba mucho antes en realidad, con el apabullante desfile y desembarco de los 26 participantes a concurso desde un avión que simuló aterrizar en pleno Expo Tel Aviv pilotado por Netta Barzilai, la ganadora del pasado año.
El turno de actuaciones echó a andar enseguida con el “Chamaleon Pop” de la maltesa Michela y concluyó dos horas después con el español Miki, con una propuesta escenográfica enérgica y muy elaborada, pero también confusa para algunos, en la que no faltó, incluso, un robot gigante.
Entre medias fueron desfilando los aspirantes de una edición marcada por la incertidumbre, con candidaturas tapadas como la de Macedonia del Norte, la segunda más valorada de los jurados, o la australiana, que fue una puesta en escena que era pura fantasía cósmica e ingrávida.
Este fue un festival que se decidió por las grandes canciones, con propuestas muy actuales de contenido social como la italiana o la del sueco John Lundvik, con un góspel esperanzador sobre últimas oportunidades, o como la del ganador, al piano y casi a oscuras.
Al final, victoria holandesa con 492 puntos, que otorga a este país su quinto triunfo en el Festival Europeo de la Canción, el primero desde 1975, y solo 27 puntos por delante de Italia.